sábado, 3 de noviembre de 2007

Quién era Hitler?

El escritor norteamericano Norman Mailer habla de su última novela, El castillo en el bosque, y del carácter satánico de la personalidad del Führer cuya concepción y niñez recrea. El narrador de la obra es un demonio menor, que se ha infiltrado en el cuerpo de un oficial y es asistente de Himmler



La primera parte de este fresco, titulado El castillo en el bosque , apareció a principios de año en los Estados Unidos. Norman Mailer ha elegido ahora enfrentar este enigma peculiar: cuándo y cómo el Mal se metió en el pequeño Adolf, nacido en abril de 1899, cuya infancia reconstruye hasta en los menores detalles.


En su investigación ficcional, entre la física y la metafísica, entre la teología y la novela, Mailer ilumina la imagen de un Hitler con frecuencia mediocre.

-En su última novela, El castillo en el bosque, cuyo narrador es un demonio menor disfrazado de oficial nazi y asistente de Himmler, presenciamos la concepción de Adolf (en abril de 1899), pero también vemos la relación violenta que el padre, Aloïs (1837-1903), mantiene con sus hijos. ¿Su tema es la infancia de un jefe o la senectud de un patriarca?



-Aloïs es un personaje central. Al principio pensaba empezar mi trabajo con un ciclo novelístico en cuyo comienzo Hitler tendría 3 años, pero luego, por consejo de mi editor, me remonté en su árbol genealógico en un solo volumen. Me encantó sacar a la luz el personaje de Aloïs, fascinante, humano, débil y poderoso a la vez; uno de los encantos de ser novelista es pasar un tiempo con ciertas personas con las que a uno no le gustaría en absoluto compartir la vida. La muerte de su hijo Edmund lo deja destrozado, no se recupera; subrayo el rol de Adolf afectado de rubeola contagiosa abrazando a su hermano menor. Alöis es un personaje a la vez complejo y corriente, mucho más denso por ser común y corriente. No pretendo explicar la maldad de Hitler por la determinación genética, aunque sí me gusta pensar en la influencia del incesto del que Hitler sería el fruto.

Aloïs era el hijo ilegítimo de una mujer llamada Maria Anna Schiklgrüber, y el probable padre de Aloïs era también abuelo de Klara Pözl, con quien Aloïs se casa en terceras nupcias. Ella será la madre de Adolf. También existe el rumor de que el verdadero padre de Aloïs era un judío, lo que convertiría a Hitler en descendiente de judíos.





-Al final de su vida, ese funcionario austrohúngaro tan disciplinado escapa a toda categoría social.
-Sí, es un marginal, sin raíces, un desclasado obsesionado por el orden. También yo, un escritor que abandonó el ejército a los 25 años, soy un marginal que ama a los marginales. Siento gran afecto por esa clase de personajes.

-¿Hitler también era un marginal?
-¡Ah, no! No se puede decir eso, era débil, a los 16 años era un desastre afectivo, un absoluto fracaso. Una de las cosas interesantes, una de las razones que me hicieron pensar que Hitler es la respuesta a Jesucristo, su contrapartida en el plano satánico, es que no hay explicación humana del horror de lo que hizo. De su maldad. Podemos explicar a Stalin: viene de una familia espantosa, tiene la matanza en la sangre.

Hitler sería más bien una marioneta histérica, vanidosa, satanizada y muy débil. Pero tenía una especie de genio político. Se lo digo: ¡fue elegido y reclutado por el Diablo! Tengo una teoría al respecto. Por poderoso que sea Dios, no puede controlar la Historia, porque su mecánica es demasiado compleja.

-¿Usted cree verdaderamente en la naturaleza satánica de Adolf Hitler?
-Creo verdadera y seriamente en ella.
Escribí este libro en un país en que los intelectuales suelen ser laicos, ateos, no imaginan que la religión pueda ser un tema de conversación más que para los extremistas. ¡Para ellos Dios está pasado de moda y el Diablo es ridículo!
Yo, que fui durante tanto tiempo un escéptico, tengo otro punto de vista: somos producto del Iluminismo, que empieza al final de la Edad Media, atraviesa el Renacimiento y concedió al hombre el rol primordial, y luego vino el nacimiento del individuo moderno. Quisimos eliminar a Dios y al Diablo.
Se me ha reprochado el hecho de que haya empleado a ese demonio manipulador, narrador, mentiroso, pero creo verdaderamente en mi tesis. ¡Eso no es un artificio literario!
El Diablo no tiene cuernos ni uniforme, no ataca a nadie durante el sueño, sino que por el contrario, es un trabajador encarnizado que estimula la burocracia, la ignorancia, la desinformación. El demonio aprende de los humanos y no al revés.

-Su demonio asiste también a la concepción de Adolf Hitler, un momento erótico y jocoso entre Aloïs y Klara...
-Piense ahora en una de las escenas más eróticas y desenfrenadas de su propia vida sexual... ¿Podría asegurar que el diablo no tuvo ninguna participación en ella?

-¿Usted cree en un Dios o en una religión monoteísta?
-La piedad monoteísta me ofende o al menos me ha ofendido durante mucho tiempo. Por otra parte, me gustaría ser capaz de comentar filosóficamente las nociones de Bien y de Mal, de Dios y de su contrario.
Creo que somos criaturas que hemos escapado, más o menos, al control de nuestro creador, como niños que ganan su independencia; y lo digo con conocimiento de causa... ¡soy padre de nueve hijos y abuelo de once!

-¿El castillo en el bosque es una novela que se sirve de su propia experiencia como padre?
-No. Nunca tuve con mis hijos la clase de relación que Aloïs tuvo con los suyos. El encanto de Aloïs es huir de su rol de padre y marido. En términos feministas de hoy, diríamos que encarna a un machista irredento. Yo soy más tolerante y sin duda mucho más privilegiado que Aloïs.

-¿El judaísmo ha tenido algún rol en su elección de Hitler para un ciclo de novelas y, sobre todo, en el tratamiento del tema?
-No puedo responder. Cuando emprendo la escritura de un proyecto como este, no me pienso en términos de una determinada identidad. Me he pasado la vida descifrando los enigmas de los cristianos: El castillo en el bosque sería otro intento.
A los 9 años, antes de que Hitler accediera al poder en 1933, mi madre nos dijo: "Este hombre va a matarnos, a exterminarnos". Crecí con la idea de que Hitler sería mi asesino.

-¿Por qué esas largas digresiones de la novela que incursionan en la historia rusa y de Europa central (la coronación de Nicolás II en 1895 y el asesinato de Sissi)?
-Algunos de mis íntimos, entre los cuales se cuenta mi mujer, Norris Church Mailer, me las han reprochado. Mi respuesta es: sigo mi instinto de novelista.
Pienso ocuparme de Rusia en el próximo volumen. Me parecía también que el lector debía ver los actos del Diablo en una escala mayor que la de ese drama íntimo desarrollado en Austria en torno a los Hitler.

-¿Piensa que la segunda etapa incluirá el pacto germano-soviético?
-Sí, lo desarrollaré. Me gustaría mostrar el encuentro mitológico entre Hitler y Stalin o, más bien, me gustaría imaginarlo.




-¿Qué papel desempeña el tema del incesto en su idea de Hitler?
-Cuanto más he escrito sobre el incesto, tanto más comprendí ese tema obsesivo. Adopté la voz de Himmler que comenta la tradición campesina, por ignorancia y consanguinidad, del incesto aldeano. ¿Por qué no? Eso ilumina los territorios inexplorados de la psiquis de Hitler.
El Führer ordenó destruir la ciudad natal de su padre. No comenta nada, borra todo. El rumor de su judaísmo proviene del hecho de que su abuela trabajaba como criada y habría quedado embarazada de un judío.

-¿Tiene verdaderamente la impresión de comprender mejor el misterio de Hitler?
-Incluso creo que soy uno de los pocos que lo comprende. A riesgo de escandalizar, hasta diría que si uno cree en Jesús como hijo de Dios, ¿por qué no creer que Hitler es el hijo del Diablo?
Por Manuel Carcassonne
Le Magazine Littéraire

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