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sábado, 2 de agosto de 2008

Perfil del tirano

Psicología del tirano
Por Marcos Aguinis
Para LA NACION


Abordé este asunto en el programa Hora clave y recibí tantos pedidos para que lo escribiera, que cedo al reclamo. No dije nada original, porque ya lo había desarrollado en uno de mis libros. En él me baso de nuevo ahora.

Sostuve que existe un "romance secreto" con los tiranos, a quienes se llama, según las épocas, caudillos, dictadores, "mano dura", personalidad carismática o jefe autoritario. Por ejemplo, los caudillos, dueños de vidas y haciendas, eran adorados por su valentía, su crueldad, su viveza, su obstinación y hasta su generosidad caprichosa. Gobernaban como un rey, pero no como cualquier rey, sino como un tirano, según el clásico modelo que nos viene de la antigua Grecia.

Ricardo Moscone, mientras realizaba una prolija investigación para componer su exhaustiva biografía sobre Sócrates, revisó las frecuentes condenas a la tiranía que realizaban los autores de aquel tiempo. Advirtió que Sófocles quizás haya intitulado su tragedia inmortal con el nombre Edipo , a secas. Dijo que tal vez haya preferido Edipo tirano . No Edipo rey , porque la palabra "rey" sólo es pronunciada una vez, hacia el final. La palabra "tirano" es repetida siete veces.

Freud se inspiró en esa tragedia para identificar el conflicto nuclear de la neurosis, debido al incesto que Edipo comete con su madre y por haber asesinado a su padre. En la Europa victoriana, cuando el psicoanálisis realizaba sus primeros avances, era decisivo poner el acento en estos puntos. Pero quedaban en la sombra otros, de gran riqueza. El complejo de Edipo, centrado en esos dos aspectos, adquirió un enorme desarrollo teórico; no así, en cambio, otro elemento básico: la tiranía, que esa obra expone de un modo magistral.

El desarrollo del argumento se adelanta a la técnica de las novelas policiales, porque desde el comienzo presenta un enigma por resolver: la causa de la peste que asolaba a Tebas. La peste no eran ratas o piojos o culebras venenosas. La peste innominada, en realidad, eran la tiranía y sus manejos. Edipo es un tirano que reúne en su personalidad y conducta todas las lacras. Desconoce la jerarquía y dignidad del prójimo debido a su narcisismo. Tiene tanto odio que enajena antiguos vínculos y hasta lazos de sangre. No ama ni le alcanza lo mucho que ya tiene. Lo asaltan accesos de furia. Grita fuerte e insulta, grosero. Su cabeza está nublada por una incesante paranoia, que no le da reposo. Es incapaz de escuchar los buenos consejos cuando se oponen a sus deseos o puntos de vista y considera enemigos detestables a quienes los formulan. No soporta ninguna derrota. No admite errores. Su superyó es destructivo, por lo cual es impotente para comprender al otro que, si no se doblega, lo acusa de enemigo. Le hierve el anhelo de venganza contra quienes considera un obstáculo para sus ambiciones, aunque antes lo hayan servido como súbditos obedientes.

La obra también revela que una tiranía puede instalarse por decisión popular. Edipo es elegido por los ciudadanos de Tebas. En este aspecto, no podemos sino redoblar nuestra admiración por Sófocles, que hace 2500 años nos advertía que los tiranos pueden acceder al poder con aplausos y felicidad comunitaria. Hitler fue elegido. Chávez fue elegido. Eso no garantiza que una vez en el trono, mantengan la ley y merezcan ser alabados como demócratas. No alcanza la elección: es determinante cómo se procede después. Si después corrompen las instituciones, persiguen a los que piensan diferente, generan confrontaciones para justificar los desquites y realizan una apropiación indebida del patrimonio ajeno, la presunta democracia pasa a ser una tiranía.

El retumbante coro de la tragedia Edipo tirano exige conservar las leyes. Porque son las leyes lo primero que profana el tirano, esa singular peste de la sociedad. Después el coro señala que la intemperancia engendra a los tiranos y que, si llegan muy arriba, se despeñan, con dolorosas consecuencias para todos.



En Grecia, el vocablo tyrannos se aplicaba a dioses y hombres. Se refería al poder absoluto y arbitrario que no respetaba la ley, cuyas normas debían flotar por encima de ellos mismos. Es un tyrannos quien adopta medidas despóticas que incluyen la fuerza: castiga, destituye, descalifica, persigue, destierra y hasta mata. El tyrannos es violento. Es rencoroso. Prefiere permanecer ensimismado, encerrado, sólo accesible a los aduladores, para sostener su mundo ilusorio, autista. Ignora la piedad y el perdón, que considera signos de peligrosa debilidad o derrota. Jamás se pone en el lugar del prójimo, al que, en general, desprecia cuando no le sirve. Considera que merece que todo le pertenezca. Por eso se dedica a confiscar los bienes ajenos. Y no lo frena el pudor al mentir, en especial cuando asegura que ayuda a los pobres y débiles. Pero los pobres siguen siendo pobres, para constituir su ejército ciego, ignorante, que lo apoya para continuar atornillado en el poder. Dice que gobierna para todos, pero es mentira, porque margina sin clemencia a quienes no bajan la cabeza ante él ni doblan la rodilla. Le fallan las percepciones debido a la omnipotencia de su mente inmadura. Su soberbia requiere una reiterada convalidación por parte de los aduladores, que deben servirle halagos como si fuesen el pan de cada día. Es un negador tenaz de la realidad, a la que le impide que llegue a su retina. Por eso, Edipo termina arrancándose los ojos: ojos que se negaron a ver.

Es notable que, cuando ya había perdido su cetro y, pese a semejante debacle quería seguir mandando, su sucesor, el tirano Creonte, le reprochó: "No quieras mandar en todo, Edipo, cuando incluso aquello en que triunfaste no te ha dado provecho en la vida".

Según Plutarco, uno de los famosos sabios de Grecia, llamado Bías de Priene, cuando fue interrogado sobre los animales salvajes, contestó de esta forma: "De los animales salvajes, el más feroz es el tirano, y de los animales domésticos, el más peligroso es el adulador". Podemos agregar que ambos se complementan y nutren bebiéndose la misma sangre.

En la Argentina hemos disfrutado puestas escénicas inolvidables de la tragedia de Sófocles. El psicoanálisis ha cepillado hasta la raíz, ida y vuelta, el complejo de Edipo. No obstante, el tirano que los griegos clásicos nos aconsejaban mantener lejos, como un mal endémico, sigue vigente en el querer secreto de la sociedad. Por eso los elegimos, por eso no les ponemos límites o incluso negamos que tengan rasgos ominosos. No denunciamos con fuerza sus defectos, sus vicios y abusos, sino que tendemos a racionalizarlos, a menudo por miedo o intereses egoístas. Franjas importantes -por motivos espurios, a veces; por obnubilación emotiva, otras- tienden a seguir confiando en que cumplirán sus promesas de brindarnos un país mejor y superarán el retroceso que padecemos en casi todos los órdenes. Dicen que son ellos quienes combatirán el dragón que nos chupa la riqueza, nos hace trampas, nos devasta. Sus promesas son altisonantes y aseguran reivindicaciones, ecuanimidad, progreso; aseguran ser lo mejor de la historia. Pero el progreso se reduce a engordar sus propios bolsillos y los del círculo de amigos incondicionales (que tienen la etiqueta de ese animal doméstico y dañino llamado adulador).



Los tiranos, una vez encaramados, sobre el paño verde de la ruleta nacional, barren como un crupier todas las fichas al alcance de su rastrillo. Se ocupan, desde el alba de su gestión, en destruir los controles y los frenos que puedan bloquear sus propósitos. Algunos son más prudentes y disimulados; otros se envalentonan hasta la náusea. No consideran que la corrupción sea inmoral si lleva agua a su molino.

La corrupción, en sus manos, es una herramienta adicional para mantener puesta una soga en el cuello de los cómplices: así no hablan ni se sublevan. El tirano puede ser todo lo maligno que se quiera, pero no es tonto.

Sus efectos deletéreos no se limitan a la gestión, sino a la degenerada ejemplaridad que inyectan en sus familiares, seguidores y el resto de los habitantes. Eduardo Fidanza me recordó un pasaje del libro Masa y poder , de Elías Canetti, donde titila este caso impresionante: "Cuando en la corte de Uganda reía el rey, reían todos; cuando estornudaba, estornudaban todos; cuando tenía un enfriamiento, todos aseguraban tenerlo; si se cortaba el pelo, todos se hacían cortar el pelo". Pero esa ejemplaridad producía consecuencias graves, porque implicaba coacción: "Que él estornude significa: ¡estornudad! Que se caiga del caballo: ¡caed!" Todo apuntaba a reforzar su dominio. Sus gestos y expresiones debían ser celebrados con aplausos y también se debía alentar su repetición. "Pocos logran sustraerse de la obligación que emana de mil manos aplaudiendo", enfatiza Canetti.

El premio Nobel va más lejos aún, cuando indica que el ámbito donde sucede lo que ha descrito se llama corte. Por eso "hacer la corte" y "adular" son sinónimos. La corte está infectada de subordinación y servilismo. "Cortesano" es una persona obsequiosa con su superior, un vasallo. ¡Cómo abundan!

Y aquí cierro el artículo. Cualquier semejanza con nuestra realidad nacional no es pura coincidencia, sino que queda a criterio del lector.

viernes, 9 de mayo de 2008

Marcos Aguinis, cantando las cuarenta

"Hugo Chávez fascina a la gente atrasada" - Marcos Aguinis

El destacado escritor criticó con dureza al presidente de Venezuela y aseguró que "su gobierno es autoritario y de tipo militar" y que es un referente "para la gente con el subdesarrollo en la cabeza"

Marcos Aguinis concedió un reportaje en el programa Enfoque de Canal 5 Noticias donde habló de las relaciones de la Argentina con Venezuela y el fanatismo de algunos sectores por "el dictador", Hugo Chávez.

El escritor consideró que

"los argentinos nos resignamos a ser mendigos de Venezuela".


"Nos hemos librado del Fondo Monetario Internacional y le pagamos más a Venezuela en intereses",


La Argentina tiene "una gran decadencia y se enamora de dictadores cuando nosotros hemos luchado arduamente contra la dictadura".


Consultado por la masiva concurrencia que se registró en el acto que encabezó el mandatario venezolano en la Argentina durante la Cumbre de las Américas, Aguinis dijo que Chávez "fascina a la gente atrasada".

"A qué países fascina Chávez: ¿Australia, Canadá, a algún país europeo como Suecia?. Nos fascina a nosotros, a la gente que tiene metido el subdesarrollo en la cabeza, a la gente atrasada".

En la actualidad, para Aguinis el poderío del gobierno venezolano en la región "es producto de su petróleo".

"Venezuela es un caso muy especial, es lo que es por el petróleo, por los precios del petróleo".


Agregó, además, que "los dirigentes democráticos de Venezuela han sido corruptos" por lo que el autoritarismo se impuso en el poder.
"Hay dos maneras para que el autoritarismo llegue al poder: a través de un golpe de estado o elecciones. Hitler fue elegido democráticamente al igual que Chávez. El voto no garantiza una democracia".


miércoles, 30 de abril de 2008

Felicitaciones a Marcos Aguinis

En la Feria del Libro
Una novela de Marcos Aguinis lidera el ranking de ventas


La novela "La pasión según Carmela" de Marcos Aguinis se colocó en el primer puesto del ranking de ventas, en la ciudad de Buenos Aires y el interior del país, entre el 20 y el 27 de abril, según informó el grupo ILHSA.

Libros - Ficción

1 "La pasión según Carmela", Marcos Aguinis (Sudamericana)
2 "El juego del ángel", Carlos Ruiz Zafón (Planeta)
3 "Un asunto pendiente", John Katzenbach (Suma de Letras)
4 "Un mundo sin fin", Ken Follet (Plaza & Janés)
5 "Los pilares de la tierra", Ken Follet (Debols!llo)
6 "Espejos", Eduardo Galeano (Siglo XXI)
7 "La llorona", Marcela Serrano (Planeta)
8 "La suma de los días", Isabel Allende (Sudamericana)
9 "Maridos", Angeles Mastretta (Seix Barral)
10 "El infinito en la palma de la mano", Gioconda Belli (Seix Barral)

Libros - No ficción

1 "El combustible espiritual", Ari Paluch (Planeta)
2 "Pecar como Dios manda", Federico Andahazi (Planeta)
3 "Hombre rico, hombre pobre", Marcelo Elbaum (Planeta)
4 "El secreto", Rhonda Byrne (Urano)
5 "Historias de diván", Gabriel Rolón (Planeta)
6 "Los doce apóstoles", Luis Beldi (Ediciones B)
7 "Padre rico, padre pobre", Robert Kiyosaki (Aguilar)
8 "Comer y pasarla bien", Narda Lepes (Planeta)
9 "Nadie vio Matrix", Walter Graziano (Planeta)
10 "El poder del ahora", Eckhart Tolle (Norma)

Libros Infantiles

1 "El Principito- Edición color", Antoine de Saint-Exupery (Emecé)
2 "Sorpresas hechizadas. Cuatro motivos diferentes" (Infantil.com)
3 "Mis 365 mejores adivinanzas", Libsa (El Ateneo)
4 "Letramanía 1", Sara Gómez Carrillo y Sally Johnson (Kel)
5 "Mis fábulas favoritas", Libsa (El Ateneo)
6 "Letramanía 3", Sara Gómez Carrillo y Sally Johnson (Kel)
7 "Palabrerío. Cuatro motivos diferentes", Edith Mabel Russo (Infantil.com)
8 "100 Manía - Los números del 0 al 100", Jinny Johnson (Kel)
9 "Grafimanía 1", Sally Johnson y Sara Gómez Carrillo (Kel)
10 "Secretos de amigas y otras historias", Emma Thomson Beascoa)

Libros Juveniles

1 "Mi planta de naranja lima", José Mauro de Vasconcelos (El Ateneo)
2 "Harry Potter y las reliquias de la muerte", Joanne K. Rowling (Salamandra)
3 "Vamos a calentar el sol", José Mauro de Vasconcelos (El Ateneo)
4 "Libro fantástico Spiderwick 1", Tony di Terlizzi (Ediciones B)
5 "El catalejo lacado", Philip Pullman (Ediciones B)
6 "El anteojo asombroso", Holly Black y Tony di Terlizzi (Ediciones B)
7 "La daga", Philip Pullman (Ediciones B)
8 "Túneles", Gordon Roderick y Brian Williams (Urano)
9 "El velero de cristal", José Mauro de Vasconcelos (El Ateneo)
10 "La brújula dorada", Philip Pullman (Ediciones B)

Télam


Marcos Aguinis acerca del capitalismo


lunes, 17 de diciembre de 2007

Israel: Un puerto para la vida

El puerto o la vida Por Marcos Aguinis

Para LA NACION Viernes 14 de diciembre de 2007





Hace poco tuvo lugar el Encuentro de Annápolis para relanzar las negociaciones árabe-israelíes, con más expectativas que buenos resultados.Para entender mejor esa frustración,propongo un breve recordatorio.

En medio de la persecución nazi un judío alemán se encontró con su agente de viajes, que no era racista. Le explicó su urgencia por huir del país. Convinieron en reunirse durante la noche en la oficina del agente. Se sentaron junto a un enorme globo terráqueo y se dedicaron a identificar los puertos donde podría encontrar refugio. No identificaron uno solo que aceptase con facilidad refugiados judíos. Tras hacer girar la mole varias veces,el cliente le preguntó: "¿No tendría otro globo?"

Esta anécdota responde a una verdad histórica. El 15 de mayo de 1939, pocos meses antes de empezar la guerra, el vapor Saint Louis, con casi un millar de refugiados, zarpó de Hamburgo con destino a La Habana, donde podrían desembarcar con visas transitorias. Pero al llegar a destino, sus esperanzas se trizaron: las autoridades del país habían decidido cancelar el permiso. Entonces la nave enfiló hacia la península de Florida e intentó bajar a sus angustiados pasajeros en Fort Loderdale. Desde la Casa Blanca, empero, había llegado una orden del presidente Roosevelt –¡nada menos que del presidente Roosevelt!– que prohibía el desembarco. Eran indeseables. Entonces el capitán del barco rumbeó hacia la cercana Miami, donde confiaba burlar las guardias costeras. Tampoco lo pudo hacer, porque la decisión presidencial había encendido todas las alertas. Abrumado por la frustración, el patétito Saint Louis regresó a Alemania. Y sus pasajeros terminaron en los campos de exterminio.








No fue el único caso. El 3 de junio de 1939 zarpó el Orinoco, que tuvo la misma mala suerte.

Más adelante, el vapor Fralde llegó a Veracruz, México, donde tampoco se aceptó a los refugiados. Los ejemplos siguen.

No voy a ser políticamente correcto.





El más repugnante ejemplo –me duele manifestarlo– fue el de Gran Bretaña, un imperio que había recibido el Mandato sobre Palestina por decisión unánime de la Liga de las Naciones, en 1922, con la explícita misión de ayudar a erigir un Hogar Nacional Judío. Esa iniciativa fue saludada con beneplácito hasta por varios líderes nacionalistas árabes, como el rey Feisal de Irak, que agasajó a Jaim Weizman, líder del movimiento sionista. Pero Gran Bretaña se instaló allí para quedarse.

Desde el siglo XIX los judíos ya habían comenzado la reconstrucción del país desolado por la erosión y el abandono, como narran viajeros de la época. Habían contribuido con las fuerzas aliadas en la expulsión de los otomanos. Y pretendían la independencia.

Entonces Gran Bretaña amputó dos tercios del territorio y creó el reino hashemita de Transjordania,donde quedaba prohibido que se instalase un solo judío.

Los ingleses tienen el nefasto privilegio de haber creado el primer país Judenrein (limpio de judíos), antes de que los nazis se obsesionaran con el tema.

Luego, hicieron todo lo posible para obstruir la creación del Hogar Nacional Judío, limitando la inmigración,facilitando el ataque de bandas terroristas y azuzando el enfrentamiento étnico.

Durante la segunda Guerra Mundial los judíos de Palestina compartieron la decisión del Mahatma Gandhi para la India: apoyar a los ingleses y postergar la reivindicación nacional para después de la conflagración. Pero los aliados, pese a esa contribución,no practicaron la reciprocidad: se negaron a bombardear las vías que llevaban a los campos de exterminio y los ingleses cerraron con siete llaves el ingreso de refugiados judíos a Palestina. En 1945, Gran Bretaña creó en El Cairo la Liga Árabe para preservar su influencia en la región.

El Holocausto, en contra de versiones superficiales, no conmovió al mundo. Siguieron cerrados los puertos del planeta para la inmigración judía, pese a los espectros que emergían de los campos de la muerte. El presidente Truman se avino a recibir sólo unos millares de niños. Y Gran Bretaña lanzó otro Libro Blanco para bloquear, casi por completo, el desembarco en Palestina de las frágiles barcazas que llenaban el Mediterráneo con sobrevivientes de la masacre.



El Estado judío ya era una realidad a pesar del poder colonial, con ciudades, kibutzim, universidades, teatros, orquestas, caminos, instituciones administrativas y una reforestación febril.Luchaba por su emancipación con uñas y dientes

En 1947, Londres presentó en las Naciones Unidas el caso de Palestina, que ya le resultaba ingobernable, con la esperanza de ahogar las pretensiones sionistas. Se constituyó una Comisión Especial integrada por países pequeños, de los cuales tres eran latinoamericanos: Guatemala, Uruguay y Perú.

Su trabajo minucioso terminó con un Plan de Partición en dos Estados, uno judío y otro árabe, que debían coexistir y mantener estrechos vínculos económicos. Era la primera iniciativa de mercado común, un hito de la historia. Las fronteras de ambos Estados fueron diseñadas con ecuanimidad en base a la distribución demográfica, es decir, un Estado judío donde predominaban los judíos y un Estado árabe donde predominaban los árabes.

La mayor parte del territorio desierto fue asignado al Estado judío porque sus habitantes ya demostraban perseverancia para hacerlo florecer.

Pese a que la mayoría de los lugares vinculados con la historia de Israel, marcados en la Biblia, quedaban fuera del Estado judío, la dolorosa iniciativa fue aceptada por el movimiento sionista.

Ben Gurión había dicho que se necesitaba un Estado independiente con mayoría judía, aunque "tuviese el tamaño de un mantel", para que se dispusiera de un puerto donde recibir a las víctimas de persecuciones incesantes.

El 29 de noviembre pasado se han cumplido 60 años de un acontecimiento bisagra de la historia mundial. Las Naciones Unidas, por una mayoría superior a los dos tercios, aprobó la Partición de Palestina.

Durante la dramática votación se mantuvo en vilo a gran parte del planeta. Todas las radios estaban encendidas para escuchar el angustiante escrutinio.

Presidía la Asamblea el embajador Osvaldo Aranha, representante de Brasil.

Cuando finalizó con una categórica claridad, los ciudadanos del inminente Estado judío independiente se lanzaron a las calles para bailar en rondas toda la noche.

Pero los Estados árabes profirieron amenazas.Querían abortar ese proyecto: "Habrá una matanza que convertirán en risa las efectuadas por los mongoles", prometió el secretario general de la Liga.

Luego se acuñó la expresión de "arrojar todos los judíos al mar".

El ex Mufti de Jerusalén, Haj Amin El Husseini, que había viajado a lamerle el traste a Hitler y a Ante Pavelic, con quienes se fotografió en Berlín y Zagreb, cumpliría por fin su promesa: concretar "la solución final" en el Medio Oriente.

En estos 60 años han pasado infinidad de horrores, injusticias y desencuentros. Pero se está volviendo a la sabiduría de la Partición votada en aquel inolvidable 29 de noviembre de 1947. Dos Estados para dos pueblos que deben convivir lado a lado, en un territorio que ambos aman y no están dispuestos a abandonar.

Si el liderazgo árabe hubiese acatado la resolución de las Naciones Unidas, permitiendo que se proclamase la independencia de un Estado árabe en Palestina, de la misma forma que lo hicieron los judíos, hoy se estarían celebrando también sus 60 años de independencia.

Y, más importante aún, no hubieran existido tantas guerras, sufrimiento y desolación. ¿Hacía falta que transcurriesen seis décadas y ríos de sangre para llegar al mismo punto de partida? Es lo que se barajó en Annápolis.

En aquellos años, Gran Bretaña, para no dar tiempo a que los judíos pudiesen prepararse para enfrentar a los Estados vecinos, adelantó su retiro. En lugar de agosto de 1948, lo hizo el 14 de mayo.

Los judíos enseguida proclamaron la Independencia de Israel y ofrecieron la paz. Israel no fue el producto directo del Holocausto ni un obsequio de las grandes potencias. No existiría si sus habitantes no lo hubiesen edificado y defendido.

Los árabes no querían la independencia de Palestina, sino el exterminio de los judíos. Y atacaron sin piedad.

Siria, Egipto y Transjordania apetecían quedarse con trozos de ese territorio, como en efecto aconteció después. La lucha fue impiadosa y los judíos sufrieron el mayor número de bajas de todas las guerras padecidas desde entonces. No tenían ni un solo tanque, ni un solo avión. Sabían que no iban a convertirse en refugiados siquiera, sino en cadáveres.Entonces pelearon con desesperación, espoleados por el recuerdo de las matanzas anteriores

Las potencias se negaban a venderles armas, porque no era buen negocio vender algo a quien pronto terminaría borrado de la faz de la tierra.





Esa conflagración insensata y fanática, no deseada por Israel, finalizó con un Estado judío más amplio que el asignado por la Partición de 1947.

En los últimos días del conflicto las tropas israelíes ganaban en todos los frentes, ante el pánico que se produjo en los seis ejército invasores por la heroica resistencia. Los judíos pudieron apropiarse de más territorios, entraron y salieron de la Franja de Gaza y estaban en condiciones de reconquistar Jerusalén Este. Pero llegaron ofertas de paz por parte del rey Abdullah de Transjordania, con quien se reunió en secreto Golda Meir. El gobierno israelí decidió evitarle la humillación de quitarle esa parte de la ciudad. Por desgracia no se firmó la paz porque el rey fue asesinado.

Las fronteras del cese de fuego establecidas entonces no las ha reconocido nadie. Transjordania se apropió de Cisjordania y cambió su nombre por el de Jordania (a ambos lados del bíblico río). Esto fue aceptado y reconocido sólo por Gran Bretaña y Paquistán.

Durante los 19 años en que Jordania ocupó Cisjordania, y Egipto la Franja de Gaza, nunca se manifestó el propósito de erigir en esos territorios un Estado árabe independiente.

Cifras de diversos orígenes afirman que se produjeron 400 o 600 u 800 mil refugiados palestinos. ¿No hay responsabilidad de los Estados árabes agresores por esa enorme tragedia? En lugar de recibirlos como hermanos, los encerraron en campamentos inmundos y pidieron una caudalosa ayuda internacional para seguir manteniéndolos en la miseria, el odio y la ilusión del retorno.

Para peor, para vengarse expulsaron a cientos de miles de judíos arraigados en Siria, Irak, Egipto, Libia, Yemen, Túnez, hasta convertirse en países Judenrein, como desearon los nazis.

Ahora acusan a Israel de limpieza étnica, pero en Israel vive una activa minoría árabe que alcanza el 20% de la población, con derechos civiles, diputados en el Congreso, intendentes, académicos en las universidades y hasta diplomáticos en el servicio exterior. Un árabe musulmán llegó a vicecanciller.

¿Algo semejante ocurre en los países árabes?

Sigo pecando de políticamente incorrecto. Denuncio que ni en el reciente Encuentro de Annápolis ni en ningún otro Foro se menciona la deuda de los Estados árabes con sus hermanos de Palestina, que sufren porque estos Estados han violado la ecuánime resolución de las Naciones Unidas.

Es irritante señalarlo, lo sé. Pero es irrefutable. Muchos países árabes nadan en petrodólares y son responsables de las sucesivas catástrofes cometidas en estos 60 años. Se lavan las manos y sólo exigen soluciones a Israel. En Annápolis volvió a ponerse de manifiesto su fanatismo antisemita. ¿Por qué?

Porque no se trata sólo de reivindicaciones territoriales. Aunque algunos aceptan de mala gana que exista Israel, se resisten a considerarlo un Estado judío, como había dispuesto la Liga de Naciones en 1922 y las Naciones Unidas en 1947. Es asombroso, pero siguen empecinados en esta tesitura discriminatoria.

La Conferencia Islámica contiene 57 Estados musulmanes y la Liga Arabe 22. Los judíos, en cambio, no tienen derecho ni a uno solo, aunque sea pequeño.

La "causa" árabe-musulmana no quiere entender que la historia judía exige un lugar, aunque chico como un mantel, pero con mayoría claramente judía, capaz de tener un puerto donde recibir a sus hermanos caídos en desgracia. Esta es, a mi juicio, la testaruda piedra en el zapato que más interferirá en la llegada de una solución definitiva.




Mi agradecimiento infinito a Jubilado 74 , forista del Diario La Nación, por replicar esta joya.