lunes, 21 de abril de 2008

El reportaje a De Angeli

Rodolfo González Arzac, desde Entre Ríos y Córdoba
21.04.2008


A los 51 años, separado, con tres hijos, De Angeli ganó fama de chacarero simple y corajudo.

Lo del diente fue apenas un mal comienzo; sobrevivió a sus primeros quince minutos de exposición nacional con la destreza de los que juegan en las ligas mayores.

Retó a duelo a los camioneros de Hugo Moyano y sacudió la retórica de Cristina Fernández a grito pelado.

En el campo la gente le regala rosarios, plaquetas, cuchillos. Le pide autógrafos. Lo abraza. Llora en su hombro. Le escribe cartas. Lo santifica.

Todo eso a De Angeli lo eleva unos centímetros del suelo. “Me da pena porque piensan que yo soy el salvador”, confiesa en la misma casa donde nació, en María Grande, a 90 kilómetros de Paraná:

“Yo soy un elemento de una causa, como una parte de las 18 mil piecitas que tiene un automóvil, nada más. No tengo soluciones, sólo me hago carne de ellos”, dice, y estruja una vieja cruz negra bendecida por el papa Pío XII, que una anciana le dio en Salta.


–Le dije al gobernador Uribarri que parara a los camioneros porque en las camionetas lo más chico que teníamos era un cuchillo para carnear asado–, recuerda el hombre que comandaba el corte de ruta en Gualeguaychú, donde unos 500 camioneros casi lo enfrentan.


–¿Es cierto que estaban armados?

–Estábamos preparados para resistir: había escopetas, carabinas, de todo. Los camioneros no se movieron por eso. Les íbamos a hacer la pata ancha, ¿eh?

–¿Es mucha responsabilidad manejar tanta gente con armas en un conflicto tan duro, no?

–Naaah. Estábamos todos convencidos de hacer lo mismo. Ahí no había dirigente. Yo era el que hablaba más fuerte, al que le hacían más caso. Pero había muchos compañeros con agallas. La noche que sabíamos que podían venir estuvimos en vela. Sabíamos que íbamos a resistir arriba del puente. Nosotros decíamos que los caudillos las batallas las daban de un lado al otro del arroyo. Y como pensamos que podían venir y quemarnos las camionetas pusimos todo de un lado del arroyo y ellos tenían que cruzar el puente. Esa noche sobraba el coraje porque abundaba la razón. Hasta diez o doce motosierras habían llevado por si venían más pesados. No íbamos a avanzar. Nos íbamos a defender.

–¿Y usted que arma tenía?

–No tenía nada. Las armas las íbamos a sacar si era necesario.


–¿Qué va a pasar cuando termine la tregua?

–Soy pesimista. Están embarrando la cancha. Primero nos agredió la Presidenta en su discurso. Después nos pidieron una tregua para negociar y recién convocaron a las reuniones nueve días después. Este Gobierno perdió la credibilidad, que es lo peor que le puede pasar a un gobierno. Y tienen una estrategia patotera con
gente como (Guillermo) Moreno. Ahora dicen que van a procesar a la gente del campo, nos quieren echar la culpa del humo, como antes de la inflación. Pero no se puede tapar el sol con la mano. Lo del humo es un accidente: los pastos no se queman en esta época, se queman a la salida del invierno. La Presidenta está mal asesorada.


–¿Hay cosas que hizo el Gobierno que no tienen vuelta atrás para usted y la gente que representa?

–Mi hijo Luis, de 19, que estudia en Buenos Aires, estaba en la Plaza de Mayo cuando. D’Elía los corrió. Eso no pacifica. Hay cosas que no tienen vuelta atrás. Usar a D’Elía y a Moyano para amedrentar, no tiene vuelta atrás.


–¿Es cierto que trabajó para Alfredo Yabrán?
–Trabajo los campos de Yabrán. No trabajo para Yabrán. Además, estamos en esas tierras (arrienda una 800 hectáreas con su mellizo Atilio) hace casi 30 años, y cambiaron varias veces de dueños.

–¿Qué siente cuando la Presidenta los trata de golpistas?
-Impotencia. Bronca. Yo digo que cuando una persona no tiene respuesta, siempre contesta con agresión. Por eso nos sale a agredir. ¡Qué voy ser golpista si llevaba gente a votar cuando tenía 16 años! Fue en el 73, había llovido mucho y
los autos no podían salir. Mi padre me mandó a llevar a la gente a votar con el tractor y el acoplado.


–¿Qué recuerda del golpe y de la dictadura?
–En el campo vivíamos muy engañados. Escuchábamos radio y muchas eran oficialistas. Me acuerdo de los comunicados, que se suspendían las clases. Y de que nos paraban y nos pedían documento. Y también me acuerdo de los pobres
soldados tirados con las ametralladoras entre los yuyales. Nos habían hecho creer que había gente mala y no era así. Después nos fuimos enterando.


–¿En qué momento?
–Nos empezamos enterar que había gente buena que estaba desapareciendo.
Empezamos a ver que la política que llevaban a cabo era la de endeudar el país.
Que lo peor que teníamos era Martínez de Hoz, que a muchos productores les hizo vender el campo. Después llegó Alfonsín con la democracia. Ya estábamos asqueados de bombas y eso.


–¿Y a quiénes votó del 83 para acá?
–A Alfonsín, Angeloz, Bordón, Duhalde y Kirchner. Sólo no me arrepiento de haber votado a Alfonsín, que se fue con un golpe económico por no entregar YPF y las empresas de servicios. Y tampoco me arrepiento de haber votado en esta última a Pino Solanas.


–¿Usted es de izquierda?
–Creo en la justicia social.


–¿Eso quiere decir que es de izquierda?
–La justicia social no es de izquierda. No hay justicia social en Cuba. Ni en Venezuela.


–¿Se imagina gobernador?
–Faltan tres años. Y me van a quemar muchas veces.

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