domingo, 4 de noviembre de 2007

Experimentos bizarros


La lista de los experimentos científicos más provocativos, escandalosos y en ocasiones divertidos fue compilada por el autor Alex Boese, que se dedicó a bucear en investigaciones, archivos universitarios y libros.

El resultado de su trabajo fue publicado por la nueva edición de la revista New Scientist, y nosotros ofrecemos el conteo a continuación.

Elefantes drogados con ácido

Hace 45 años, dos psiquiatras administraron la mayor dosis de LSD registrada en la historia. No a un humano, por supuesto, sino a un elefante de tres toneladas llamado Tusko. Al animal le dieron la dosis suficiente como para hacer alucinar a 3000 personas, en un intento bizarro por descubrir si de esta forma lograban disparar una forma de locura agresiva, común en los elefantes. El animal enloqueció y dio vueltas en el zoológico hasta caer muerto pocos minutos después.

Las cosquillas enmascaradas

En 1933, un profesor de psicología llamado Clarence Leuba utilizó a su mujer e hijo recién nacido para comprobar por qué nos reímos cuando nos hacen cosquillas. Leuba ordenó que nadie riera mientras se le hacía cosquillas al niño, para comprobar si la respuesta a este contacto era innata o aprendida socialmente. El psicólogo llegaba incluso a ponerse una máscara para hacer cosquillas a su hijo durante largas sesiones. A los siete meses, el crío se reía tanto que Clarence concluyó que la respuesta era evidentemente innata.

Aprendiendo dormido

En 1942, Lawrence Le Shan intentó curar a un grupo de mordedores de uñas compulsivos repasándoles una frase a modo de mantra mientras dormían. Noche a noche, este psicólogo repetía la oración "Mis uñas tienen un gusto espantosamente amargo" mientras los voluntarios roncaban a pierna suelta. A su favor puede decirse que un 40 % dejó el hábito.

El doctor vomitador

Determinado a probar que la fiebre amarilla no era contagiosa, el doctor Stubbins Firth se expuso de todas formas posibles a esta enfermedad para demostrar que no había forma de contagiársela. Llegó a echarse vómito fresco de un paciente en un corte de su brazo, y como no se enfermaba fue incluso más allá: se lo echó en los ojos, en cortes más profundos, lo ingirió e incluso construyó una suerte de "sauna de vómito". Por repugnante que suene, terminó untado en saliva, orina y vómito de enfermos pero probó su tesis en 1804.

Los perros Lázaro

Con la ayuda de una serie de fox terriers llamados Lázaro, el investigador Robert Cornish intentó idear una forma de revivir a los muertos.

En 1930, este biólogo tomó cadáveres de perros, les inyectó una mezcla de adrenalina y anti coagulantes e intentó reanimar su circulación con una serie de masajes y experimentos.

Según el reporte, algunos lograron sobrevivir durante meses con el cerebro dañado. En el 47, armado de una especie de una máquina para el pulmón y corazón, hecha con restos de una aspiradora, entre otras cosas, anunció que pensaba probarla con humanos. Un sentenciado a muerte aceptó, pero nunca se le otorgó el permiso.

Los excitadores de pavos


En un intento por descubrir qué era lo que excitaba a los pavos machos, investigadores de la Universidad de Pensilvania construyeron una suerte de "muñeca inflable" de pavo para descubrir cómo reaccionaban las aves. Los pavos enloquecían.

Caras para todo

Con el fin de descubrir si cada emoción tenía vinculada una expresión facial específica, el psicólogo Carney Landis utilizó unas máscaras de corcho quemado con varios voluntarios para ver con facilidad el movimiento de los músculos. Les puso jazz, les hizo oler cosas, les mostró pornografía y colocó sus manos en un cubo lleno de sapos. Luego registraba exactamente el movimiento facial. El clímax de este experimento de 1924 fue cuando hizo que sus voluntarios observaran la decapitación de una rata. Landis. Nunca llegó a una conclusión satisfactoria ni encontró la expresión exacta para "decapitación de rata".

Ojos bien abiertos

Algunas personas pueden dormir a pesar de cualquier estorbo, comprobó el investigador escocés Ian Oswald en 1960. Oswald abrió los ojos de tres voluntarios a la fuerza, usando cintas, exponiéndolos a flashes, shocks eléctricos y ruido fuerte. A pesar del abuso, lograron dormirse durante unos 12 minutos, quizá acostumbrándose a la monotonía de las luces, ruidos y dolor.

Terror en los cielos

Intentando comprobar cómo reacciona la gente cuando se enfrenta a la muerte, la Fuerza Aérea de Estados Unidos simuló un choque de avión. Se le dijo a un grupo de soldados jóvenes que su avión estaba a punto de hacer un amerizaje de emergencia muy peligroso y que debían llenar con rapidez sus pólizas de seguros. Después de hacerlo, se les dijo que la amenaza ya había pasado y el avión aterrizó. Obviamente, el miedo a la muerte los llevó a cometer muchos errores en los formularios.

Perros de dos cabezas

En 1954, el cirujano soviético Vladimir Demikhov reveló al mundo un perro de dos cabezas, obtenido tras injertar la cabeza, hombros y patas delanteras de un cachorro al cuello de un pastor alemán. Cuando una cabeza quería comer, aullaba o bostezaba lo mismo hacía la otra. El perro mayor, sin embargo, intentaba desembarazarse de la otra cabeza mordiéndola, informa New Scientist. Veinte de estos animales fueron creados, pero ninguno vivió más de un mes.
Montevideo Portal

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