martes, 1 de abril de 2008

El Gran Dilema de Irán: si no negociamos vamos a la guerra, y si negociamos también vamos a la guerra

El Grupo de Estudios Estratégicos GEES publica un artículo muy profundo sobre este tema.

Su autor es Amir Taheri, quien fuera el editor jefe del principal diario de Iran, el Kayhán, hasta la llegada de Jomeini en 1979. Después ha trabajado en Jeune Afrique, el London Sunday Times, el Times, el Daily Telegraph, The Guardian, Daily Mail, el International Herald Tribune, The Wall Street Journal, The New York Times, The Los Angeles Times, Newsday y el The Washington Post, entre otros. Actualmente trabaja en el semanario alemán Focus, ha publicado más de una veintena de libros traducidos a 20 idiomas, es miembro de Benador Associates y dirige la revista francesa Politique Internationale.

En resumen, el artículo plantea que la principal pregunta hoy mismo para la política norteamericana y mundial es: ¿qué hacer con Irán?

La elección a la que se enfrentan los responsables políticos es plantar cara a la República Islámica incluso si eso significa conflicto militar, o reconocer su derecho a seguir cualquier política que desee, incluso si eso significa amenazar intereses vitales de las democracias occidentales y sus aliados regionales.


Algunos hacen trampitas electorales... por ejemplo el Senador Barack Obama, que ha anunciado que, si sale elegido, invitará a "negociaciones incondicionales" al Presidente de la República Islámica Mahmoud Ahmadinejad.

Esto significa que Obama invertiría la política de la administración Bush con Irán e ignoraría tres resoluciones unánimemente aprobadas del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que instan a la República inicial islámica a suspender el enriquecimiento de uranio como precondición a las negociaciones.

Pero para sorpresa de todos, Henry Kissinger, consejero de política exterior de John McCain, también pedía negociaciones incondicionales con Teherán.

También se conoció que el almirante de las fuerzas americanas en Oriente Medio, William J Fallon, había dimitido a causa de sus discrepancias con la política de la administración de mantener abierta la opción militar contra la República Islámica.

Más tarde, el que pidió negociaciones incondicionales con Teherán de Dennis Ross, antiguo árbitro norteamericano de paz en Oriente Medio.


El autor dice que esto de negociar con Teherán puede sonar eminentemente razonable.

Sin embargo, la idea de "negociar con Irán" es problemática por dos motivos.

El primer problema es decidir de qué van a versar las negociaciones. La República Islámica nunca ha dicho que no estuviera dispuesta a negociar...Lo único de lo que la República Islámica no está dispuesta a hablar es de renunciar a su programa de enriquecimiento de uranio según lo exigido por el Consejo de Seguridad.

Para evitar ese inoportuno obstáculo, algunos defensores de la política de "negociar con Irán" sugieren que el tema del enriquecimiento de uranio no se mencione...

¿Por qué debe Irán convertirse en el único país del mundo en abandonar el derecho a desarrollar armamento nuclear? Después de todo, comprar la tecnología para fabricar armas nucleares o incluso fabricarlas y desplegarlas no es ilegal....

El segundo problema identificado por el autor del artículo es el método negociador. El método que sugiere "negociar con Irán" podría tener consecuencias desastrosas para todos los aludidos. Podría persuadir a Teherán de haber ganado ya y de poder ignorar sin peligro las tres resoluciones del Consejo de Seguridad. Después de todo, negociaciones incondicionales significan que las principales potencias abandonan su requisito de que Irán suspenda el enriquecimiento de uranio antes de tomar parte en negociaciones sustanciales sobre futuras relaciones.


Asimismo, Irán podría ofrecer concesiones en un amplio abanico de temas, sacrificando por ejemplo a Hezbolá y Hamas e incluso Siria, a cambio de la aceptación tácita de sus ambiciones nucleares por parte de Estados Unidos y sus aliados. Eso pondría a los negociadores occidentales en una tesitura difícil: conceder a Teherán el enorme e irreversible premio a cambio de concesiones reversibles y más pequeñas. Teherán podría activar o desactivar sus empresas Siria, Hezbolá o Hamas en el momento que prefiriera, como ha hecho con Muqtada al-Sadr en Irak. Sin embargo, una vez que Irán tenga la bomba, nadie será capaz de devolver el genio a la botella.


La única manera en que la República Islámica podría abandonar sus ambiciones nucleares es bajo el convencimiento de darse cuenta de que el precio de fabricar la bomba, si ese es de verdad el objetivo, es demasiado elevado en términos de sufrimiento económico, aislamiento diplomático y/o derrota militar.


Desde el punto de vista de Teherán, la idea de "negociaciones incondicionales" tiene el aspecto de rendición de las potencias occidentales.


En una de esas ironías de la historia, los defensores de "las negociaciones incondicionales" con Teherán podrían estar haciendo más probable la guerra, no menos.


Gracias Tomasito 44 por recomendar este artículo

Para recordar, esta es la voz oficial de Irán:

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