martes, 13 de mayo de 2008

Chavez sera acusado en la OEA?




Desde Costa Rica:

Chávez, agresor

Ya se han despejado casi todas las dudas sobre el apoyo venezolano a las FARC

El intervencionismo contra Colombia debe ser rechazado y condenado con vigor


Desde hace tiempo está plenamente documentado que el Gobierno de Hugo Chávez realiza un esfuerzo sistemático de penetración político-ideológica en diversos países del continente. Mediante los llamados “Círculos Bolivarianos”, que se han establecido alrededor del hemisferio, ayudas económicas a grupos afines, generosas invitaciones a frecuentes congresos y pagos en especie –con petróleo barato o fertilizantes, por ejemplo– a gobiernos municipales o regionales, al margen de los controles de sus Estados, el Presidente venezolano se ha inmiscuido en los asuntos internos de otras naciones.

Todo lo anterior, sin embargo, pertenece a un ámbito relativamente difuso de intervencionismo, que puede pasar como “solidaridad”, en la medida en que los recursos no provengan, directamente, del presupuesto gubernamental.

Ahora, sin embargo, ha surgido a la luz una trama mucho más siniestra, que pertenece, directamente, al ámbito de la agresión subversiva, y ante la cual los países latinoamericanos no deben permanecer impasibles. Su víctima central ha sido el pueblo colombiano; el instrumento, un complejo plan de ayuda a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) desde instancias del poder venezolano.


La extensa operación ha podido ser reconstruida después del abatimiento, en territorio ecuatoriano, de Raúl Reyes , uno de los principales comandantes de las FARC, y el decomiso de tres computadoras que tenía con él.

La información que contenían estos aparatos ha sido meticulosamente clasificada y analizada por la inteligencia colombiana, con ayuda de Estados Unidos y otros países. Y, aun cuando algunos han pretendido dudar de su veracidad, en Costa Rica tenemos un ejemplo de certeza: el hallazgo de dinero perteneciente al grupo narcoterrorista, precisamente tras analizar la información de Reyes .


Según han divulgado dos prestigiosos diarios conocidos por su rigor informativo –The Wall Street Journal , en Estados Unidos, y El País , en España–, la trama intervencionista fue de enorme complejidad y magnitud.

Incluyó órdenes de Chávez para crear “zonas de descanso y atención médica” para las FARC en territorio venezolano; colaboración logística para sus operaciones; dinero para la compra de armas; oferta para la adquisición de cohetes y entrenamiento en su uso; respaldo para la creación de una red de células clandestinas y grupos de apoyo en 17 países, por medio de la Coordinadora Continental Bolivariana, así como contactos con el régimen despótico de Bielorrusia y “traficantes australianos” aún no identificados, para triangular el envío de pertrechos bélicos, con aportes venezolanos.

El Gobierno de Chávez se ha apresurado a desmentir las versiones, con el argumento de que los documentos son falsos y, simplemente, buscan desacreditarlo; además, de nuevo ha enarbolado la bandera de víctima del “imperialismo” de Estados Unidos.

Pero ocurre a la inversa: las víctimas están en Colombia, el intervencionismo agresor proviene de Venezuela y la información recabada en las computadoras, ya verificada por varias instancias independientes, también ha sido analizada por la Policía internacional, Interpol, la cual, según lo previsto, dará sus resultados el jueves./blockquote>strong>

Es probable que, a estas alturas, al menos los aspectos militares de la operación hayan sido frenados por Chávez. Además, el hecho de que se haya dado a conocer la trama es una forma de debilitarla seriamente. Todo esto es positivo.

Pero, aun así, el esfuerzo subversivo en contra de un país vecino no debe quedar impune. Lo menos que se justifica es una condena en el seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), como precedente para evitar repeticiones y como testimonio de que los países hemisféricos rechazan la subversión y se solidarizan con sus víctimas./blockquote>strong>

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