domingo, 30 de diciembre de 2007

El Jihad (4) . El Retorno

La toma de la misión diplomática americana en Teherán y la toma de rehenes americanos por estudiantes iraníes el 4 de noviembre de 1979 fueron acogidos a lo largo del mundo musulmán como una victoria del Islam sobre los infieles. Los estudiantes iraníes habían podido humillar a la gran superpotencia americana - y habían confirmado la creencia islamista que, actuando intrépidamente en nombre del Islam, los musulmanes podrían derrotar a los infieles. El hecho de que ésta fue una victoria de los chi'itas, un grupo minoritario en el mundo islámico, no disminuyó el sentido de logro entre los musulmanes en general. En la gran división del mundo en dos bandos - los creyentes y los infieles - había una solidaridad musulmana cercana universal con el Irán de Khomeini.

Para el régimen saudita, sin embargo, el prestigio obtenido por la Revolución Islámica en Irán propuso un problema. Después de todo, es la Casa de Saud, el Defensor de los Dos Lugares Santos (e.d., La Meca y Medina), que debería ser legítimamente el guardián del verdadero Islam - es decir, Sunni Islam de acuerdo con la doctrina wahhabi. En su punto de vista, fueron ellos quiénes merecieron liderar el despertar islámico - no el hereje chi'ita Ayatola Khomeini, quienes ellos consideraron no mejor que un infiel.






El aura religiosa de la Casa de Saud fue un recurso político en la arena pan-árabe e internacional, e incluso más aun dentro de su propio reino. Para conservar su estado religioso, este tuvo que ganar la lucha por la primacía como los campeones del Islam a lo largo del mundo. Por consiguiente, en respuesta al desafío propuesto por la Revolución iraní, los saudis tomaron un curso dual de acción: Se embarcaron en el jihad contra la invasión soviética de Afganistán de 1979, y lanzaron una operación de largo alcance para la propagación del Islam.

Para lograr la última meta, invirtieron billones de dólares a través de la caridad islámica para construir mezquitas y seminarios religiosos (madrasas) a lo largo del mundo. Obviamente, estos madrasas y mezquitas fueron sitios para el wahhabismo, diseminando la doctrina de Ibn Taymiyya. La propagación del Islam wahhabi a nivel mundial sirvió un propósito interino también, oponiéndose a los cargos de laxidad moral dirigidos contra el régimen saudita.

No sería una exageración decir que, empezando en 1979, ha habido un proceso de "wahhabización" a lo largo del mundo. Aunque este proceso no puede ser cuantificado, sus efectos son evidentes en las extensas comunidades musulmanas, de Manchester a San Diego, desde Shanghai a Oslo.


La debacle soviética de 1989 en Afganistán fue una gran victoria para el Islamismo. Una década después de la revolución islámica de Khomeini en Irán, el Islam sunni triunfó sobre el poder comunista infiel. Los Estados Unidos creyeron en el momento que habían manipulado el Islam eficazmente para darle un golpe a los soviéticos, pero para los islamistas ésta fue sólo una batalla en el drama global que se desplegaría hasta la victoria final del Islam, que incluiría la derrota de los Estados Unidos.


Una serie de operaciones terroristas durante los años 90s señaló la dirección y metas de los islamistas: jihad contra el "poder infiel" - los Estados Unidos [23]





El 23 de febrero de 1998, Osama bin Laden y cuatro de sus ayudantes, incluyendo a Ayman al-Zawahiri, emitieron su "Declaración de Jihad contra los Cruzados y los Judíos" la cual fue una declaración de guerra santa extrema contra los Estados Unidos y sus aliados.

La importancia única de esta declaración ponía sobre el hecho que Osama bin Laden y sus socios habían pronunciado este jihad de ser la obligación personal de todos y cada uno de los musulmanes a lo largo del mundo. Ellos basaron su decisión en las enseñanzas de las autoridades musulmanas medievales, principalmente Ibn Taymiyya, manteniendo que las circunstancias de la declaración describen y garantizan esta decisión poco usual. La declaración dejo en claro: ""Matar a los americanos y a sus aliados - ambos civiles y personal militar - es un deber religioso de cada individuo musulmán que puede hacer esto, en cualquier país en el que pueda hacer esto".


El jihad islamista tiene dos metas, ambas globales.


Una de éstas es emprender la guerra contra el poder infiel principal, los Estados Unidos, y todos sus aliados.
Israel y los judíos son singularizados en la declaración de jihad de bin Laden como los aliados de América. Esta luego presenta la Guerra del Golfo de 1991 como una operación de la "alianza cruzado-sionista". Este luego declara que una de las metas de los Estados Unidos en sus campañas en el Medio Oriente es "ayudar al diminuto estado judío y distraer la atención del hecho que está ocupando Jerusalén y asesinando a musulmanes".


La otra meta es derrocar a los regímenes malvados en los países musulmanes, porque sus líderes sólo son musulmanes en lo externo. Es entonces una obligación religiosa el combatirlos, deponerlos y establecer un régimen verdaderamente islámico en su lugar.

La meta final del jihad es imponer el Islam en todo el mundo como la única verdadera religión.

Esta postura fundamental del Islam es manifestada en la llamada de bin Laden al pueblo americano a abrazar el Islam, por consiguiente acabar con la guerra en Irak. [24] Bin Laden le recuerda a los americanos que "el error más grande e irreversible que uno puede cometer en este mundo es morir sin rendirse a sí mismo a Alá, es decir, morirse sin abrazar el Islam".


La declaración de jihad de Osama bin Laden no es un documento aislado. Llamadas similares - y aun más fuertes - son hechas regularmente en sermones del Viernes que son transmitidos en vivo en la televisión árabe a través del mundo árabe y musulmán, e inclusive en Occidente. Estos sermones incluyen exhortaciones a matar a judíos y americanos porque "Alá ha ordenado la matanza de los infieles". [25] Desde la perspectiva islamista, los musulmanes están en una guerra abierta y no sostenida de jihad.

El fenómeno del jihad, y la idea del auto-sacrificio en la batalla por la causa de Alá (shahada), la cual esta estrechamente unida a este, no son fáciles de comprender. En algunos círculos liberales en Occidente, se dice a menudo que el terrorismo islámico en Europa es la consecuencia de factores económicos y sociales, tales como la frustración, el desempleo y las penalidades económicas sufridas por segundas y terceras generaciones de inmigrantes musulmanes en Europa.


Esta explicación, basado en los conceptos familiares del occidental secular, parece tener sentido y es por consiguiente prontamente aceptado.

De hecho, muchos investigadores liberales y comentaristas, que ven 'a Occidente' como históricamente culpable vis-à-vis con el Tercer Mundo, no están preparados para aceptar una explicación que una las actividades terroristas con el jihad y el extremismo religioso, que ellos traducen como descrédito del Islam. Por consiguiente, prefieren explicaciones que niegan o por lo menos nublan la conexión entre los ataques terroristas suicidas y la identidad musulmana de sus perpetradores.

El problema de tal acercamiento es que, cuando miramos los perfiles de los terroristas islámicos en Europa, los Estados Unidos, y en otros lugares, vemos que estos no pertenecen a la población evocada por esta explicación, es decir aquellos que padecen del desempleo y de la paralización económica. Ni los perpetradores de los atentados de Madrid del 11 de marzo, 2004 ni los 19 miembros de Al-Qaeda responsables por los ataques del 11 de Septiembre fueron jóvenes incultos, desempleados. Sin reconocer que el sistema de creencias islamista está en la raíz de todos estos actos terroristas, no podemos entender la naturaleza de estos actos o los posibles motivos de sus perpetradores.

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