sábado, 29 de diciembre de 2007

El Jihad (6)

Reacciones a la caída del poder musulmán


La creencia engranada en la superioridad musulmana fue seriamente sacudida durante el siglo 19, cuando el Imperio Otomano sufrió una serie de derrotas a manos de los rusos, y cuando varias tierras gobernadas por musulmanes cayeron bajo mandato de los no-musulmanes: Argelia y Túnez fueron conquistadas por los franceses, Egipto y Sudán por los británicos, y la mayoría de los países balcánicos lograron su independencia de los Otomanos. En la Primera Guerra Mundial, el Imperio Otomano fue totalmente derrotado por los poderes cristianos, y como consecuencia, en 1924, el líder secular reformista de Turquía Kemal Ataturk abolió el Califato. A los ojos del musulmán, aparentaba que la historia se había desviado de su curso predestinado. [20]


Fue el reconocimiento perturbador de que el poder musulmán era inferior al de Europa, al de Occidente, o al de la cristiandad (sin embargo el "otro lado" es percibido) como el que formó la perspectiva de los intelectuales musulmanes modernos, ambos extremistas y moderados. La pregunta que enfrentaron, y que continúan enfrentando, los intelectuales árabes y los líderes políticos fue cómo los pueblos árabes que constituyen el corazón del Islam ambos histórica e ideológicamente, pudieran recobrar su justo lugar en la historia.


Las respuestas ideológicas y políticas a esta pregunta son de dos tipos. Primero, existen las respuestas propuestas por la escuela islamista de pensamiento. Los islamistas argumentan que el declive en el poder musulmán no provino de ninguna falla en el Islam, sino del hecho que los musulmanes habían abandonado el Islam. Su máxima fue: No hay ninguna falta en el Islam; la falla yace en los musulmanes". Según ellos, cuando los musulmanes regresen al Islam de originen y puro, todos los males de la sociedad musulmana desaparecerán, y la nación musulmana, liderada por los árabes bajo el estandarte del Islam, estará en una posición de cumplir su misión histórica. Ellos llaman al regreso al Islam de las generaciones tempranas, conocidos en árabe como al-salaf. Esta corriente es por consiguiente llamada "Salafi Islam". La corriente salafi es representada en el mundo árabe por dos movimientos: El primer movimiento es el wahhabismo, fundado por Muhammad ibn 'Abd al-Wahhab (1703-1792) a mediados del siglo 18, el cual es la escuela dominante del Islam en Arabia Saudita; el segundo movimiento es la Hermandad Musulmana, establecida en 1928 en Alejandría, Egipto que también tiene hoy día ramas en otros países árabes.


Respuestas de diferentes tipos fueron propuestas por la escuela nacionalista de pensamiento. [21] El concepto de nacionalismo tomó raíz en el mundo árabe en general, y en Egipto en particular, en dos formas diferentes: el nacionalismo local, definido por el país, y el nacionalismo pan-árabe, basado en la unidad del idioma y la cultura a lo largo del mundo árabe. En la contienda entre el nacionalismo local, nacionalismo de un solo estado y el nacionalismo pan-árabe, el último tuvo una mucho más fuerte atracción, debido a la conexión cercana entre la identidad árabe y el Islam. Los defensores del pan-arabismo creyeron que la unificación de todos los árabes les permitiría a los países árabes recobrar su lugar justo en la historia. La influencia del pan-arabismo creció después de la Segunda Guerra Mundial y llegó a su pico en los años cincuenta. El socialismo árabe de Gamal 'Abd Al-Nasser y el movimiento Ba'th estaban ambos basados en el concepto de nacionalismo pan-árabe al igual que la fundación de la identidad colectiva de los árabes. Las diferencias ideológicas y políticas entre los nacionalistas por una parte y el salafistas por la otra (ambos wahhabis y la Hermandad Musulmana) eran inmensas.


Salafismo - ambos el de los wahhabis y el de la Hermandad Musulmana - derivan su inspiración de los trabajos del estudioso del siglo 14 Ibn Taymiyya, quien llamó a purgar al Islam de todas las impurezas, enfatizando la centralidad del jihad como una obligación personal de todos y cada uno y de los musulmanes en tiempos cuando el Islam esté bajo amenaza. Según Ibn Taymiyya, un gobernante musulmán que comete graves pecados o aplica leyes extranjeras (e.d., leyes no-islámicas) no es nada mejor que un apóstata (murtadd) y debe dársele muerte. Ahora, la guerra contra tales gobernantes es un deber religioso, es decir el jihad. [22]


La Guerra de los Seis Días en 1967, trayendo consigo el colapso de la visión nasserista, fue un evento cataclismico para los árabes: una derrota absoluta, que naturalmente tuvo importancia religiosa. Hasta donde les concernía a la Hermandad Musulmana y a otros islamistas, el colapso de los ejércitos árabes, aunque penoso, fue entendible e incluso justificado. A sus ojos, fue el castigo de los árabes por haber abandonado el Islam, y ofreció una oportunidad para el arrepentimiento y la rectificación. Para la Hermandad Musulmana y los otros islamistas, el desastre militar de 1967 - más aun que la derrota de 1948 - demostró la inutilidad del nacionalismo árabe secular, Nasseristas y Ba'athistas por igual. La consigna "Islam es la solución" estaba ahora siendo proclamada con mayor fuerza. Pero la manera hacia el implementar esta consigna en la práctica no había sido encontrada todavía. Los islamistas tenían gran dificultad en mantener sus propios ideales cuando se referían al jihad contra los infieles dentro y fuera del mundo musulmán. Este tomó circunstancias históricas únicas para provocar el retorno del jihad.

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