domingo, 22 de junio de 2008

Las frases emblemáticas del Paro Agrario


Si algo provocó el conflicto agropecuario, fue una profusa colección de discursos flamígeros y enunciados polémicos.


Un cúmulo de frases con las cuales podrían resumirse tres meses de diálogo interrumpido.

Luis D´Elía amontonaba odios y más odios con asombrosa velocidad radial.




"¡Odio a la puta oligarquía, odio a los blancos, odio tu plata, odio tu historia, odio a la gente como vos que defiende un país injusto..!", le gritaba a Fernando Peña sin pausa ni respiro la mañana del 27 de marzo.



Ni él lo hubiera imaginado: tres meses después sus palabras se repiten hasta en ringtones de teléfonos celulares. D´Elía, en dos minutos, cinceló en la memoria colectiva más frases que en toda su carrera política.



"Hay piquetes de la abundancia", dijo Cristina Kirchner el 25 de marzo.



Era su primer discurso desde en el inicio del conflicto. Unas horas después los caceroleros intentaban llegar a la Plaza de Mayo. D´Elía los desalojó.


Los acusaba de "golpistas" y "oligarcas", en su aplicación práctica de su "odio visceral".



Entre sus variados enemigos, claro, estaba el vicepresidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcatti, que había despertado la ira piquetera al defender la protesta rural por el "color" de sus manifestantes.

Eran días en los que entraba en escena Alfredo De Angeli, que instaló frases de lo más variadas.




"Que traigan la ambulancia porque nos sacan inconscientes", dijo los primeros días desde Gualeguaychú.


Luego acusó de "mentirosa" a la Presidenta.

Después le dijo que estaba "mal asesorada".


Al final, le pidió "perdón".

Y volvió a pedir "perdón" hace unos días, cuando se le escapó otra frase célebre:


"Los hombres de campo les vamos a enseñar a legislar a los diputados".

La Presidenta también pidió "perdón".

Eso sí, antes dijo algunas cosas: denunció que el campo quería desestabilizarla, acusó al dibujante Hermenegildo Sábat de enviarle un "mensaje cuasi mafioso" y cuestionó con ganas a la cúpula ruralista.



La última vez, hace cuatro días:


"Son cuatro señores a los que nadie votó".



Pero su intervención más famosa es quizá la más trivial. El 14 de mayo, en la asunción de Néstor Kirchner como jefe del PJ, otro grito tendría destino de ringtone telefónico:


"¡Por favor, los de la corneta, que dejen hablar!"



En el medio había pasado de todo.


Por ejemplo, la renuncia del ministro de Economía, Martín Lousteau. El mismo que había dicho que no había "plan B" a las retenciones móviles, mientras su padrino político, el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, empezaba a mediar con los productores. Esos encuentros estuvieron llenos de frases.


"Se me escapó Moreno", dijo una vez Fernández, después de que el Secretario de Comercio boicoteara otra vez las negociaciones.


Tal vez por eso, el diputado Felipe Solá, un día se animó a decir: "Moreno es un choto".




La Presidenta acotó, días después, sin ánimo de crítica: "Moreno es malo".



Fernández seguía de reunión en reunión. "Fue muy fructífera", dijo la última vez.



Un rato después, los ruralistas retomaron el paro.



El gobernador de Chubut, Mario Das Neves, ya se había animado a una declaración fuerte:


"Alberto, como negociador, es horrible".



Ante los problemas, el ministro Julio De Vido intentó meter su cuña contra los díscolos:


"No es momento para tibios. El que no suma, resta".



Los ruralistas no se quedaron atrás. En el acto de Rosario, el presidente de CRA, Mario Llambías, improvisó:


"Ni nosotros somos la Unión Democrática, ni ustedes Perón y Evita" [en referencia a los Kirchner].




El presidente de la Federación Agraria, Eduardo Buzzi, fue más fuerte:


"Los Kirchner son un obstáculo".


El oficialismo usó esa frase en su contra, igual que su máxima anterior: "Demostramos que podemos desabastecer". Buzzi pidió "perdón".

Lo mismo que el segundo de CRA, Ricardo Buryaile: había dicho dijo que si el Congreso funcionaba "como una escribanía" había que cerrarlo.


Gobernadores, opositores y peronistas disidentes también fueron contendientes.


"No nos van a poner de rodillas", dijo Juan Schiaretti.



"No voy a ser parte de un partido stalinista", dijo José de la Sota.

"Lo más grave de Kirchner fue haber elegido a su esposa", se quejó Eduardo Duhalde.



Elisa Carrió fue terminante: "Kirchner quiere sangre".

Hasta el retraído Hermes Binner levantó la voz: "El país necesita un solo presidente".





El hombre siempre detrás de las frases no era otro que Néstor Kirchner. El mismo que pidió "paciencia oriental" para "una lucha larga". El mismo que dijo que "a Dangelis (sic) se lo habían llevado a upa". El mismo que puso el toque romántico en la Plaza, cuando miró a su esposa y le dijo: "Te amo mucho".





EN CIFRAS

52
El paro. Casi la mitad de los días desde que empezó el conflicto fueron de huelga en la venta de granos y hacienda.



4

Cristina Kirchner usó la cadena nacional cuatro veces en los últimos 10 días, todo un récord en la era democrática.

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