martes, 1 de julio de 2008

La Argentina saqueada


EL MAL ARGENTINO
Por Gorka Echevarría Zubeldia

Reseña del libro de GUILLERMO M. YEATTS: EL BOTÍN. LA ARGENTINA SAQUEADA. Grito Sagrado (Buenos Aires), 2008, 221 páginas. Prólogo de ÁLVARO VARGAS LLOSA.



La tragedia de Argentina tiene un nombre: socialismo. Todos los Gobiernos, tanto de izquierdas como de derechas, se han dedicado a promulgar políticas nocivas que han empobrecido a los argentinos, que en el siglo pasado llegaron a disfrutar de una renta per cápita superior en un 48% a la italiana y en un 85% a la española...


Según el economista Guillermo M. Yeatts, autor del libro que reseñamos esta semana: El botín. La Argentina saqueada, el gran problema que ha tenido la otrora próspera nación latinoamericana ha sido la legitimación de la redistribució n de la renta.


Lo que aparentemente parece beneficiar a los pobres engrosa, de hecho, los bolsillos de "pequeños y restringidos grupos de interés", representa una "pérdida de oportunidades de crecimiento económico" y perjudica a los sectores que menos tiene.

En Argentina, como en buena parte de Sudamérica, se ha invertido más en que la ley quite a unos para dar a otros que en crear reglas de juego que protejan los derechos de propiedad y que, por ello, contribuyan al incremento de la productividad y del bienestar general.



A medida que las normas intervencionistas iban siendo cada vez más numerosas, los argentinos se vieron en la tesitura de mantenerse en la economía formal o vivir al margen del Estado. Como, además, el incumplimiento de la norma escrita no iba acompañado de sanciones eficaces, los incentivos para comportarse así se disparaban, sobre todo cuando los impuestos se convertían en asfixiantes. "En países con bajo cumplimiento de la ley, más presión impositiva o regulatoria no implica parálisis", escribe Yeatts, sino "más informalidad" .

Haciéndose eco de un interesante estudio, Yeatts explica que los trabajadores independientes que trabajan en la economía informal obtienen unos ingresos que podrían conseguir en el mercado regulado si no lo estuviera tanto... Muchos de ellos reconocen que preferirían trabajar por cuenta ajena, pero que se ven impelidos a seguir en la informalidad para poder sobrevivir. La necesidad de que cambien las cosas para que no se ahogue la iniciativa privada es tan evidente como necesaria.

El reconocimiento y respeto de los derechos de propiedad es de todo punto fundamental. En el índice internacional que se encarga de medir la protección de los mismos, Argentina ocupa el 51º lugar, a gran distancia de países como Nueva Zelanda o Australia, que comparten el tercer puesto. Aunque algunos sigan insistiendo en lo contrario, la realidad se impone y no deja lugar a equívocos: hay una fuerte correlación entre riqueza y derechos de propiedad.

Lo más grave de la informalidad es que habitúa a la sociedad a vivir entre dos aguas, entre la ley y lo que es legítimo. La ley ya no se aprecia como algo legítimo y, por tanto, no se cumple. Las empresas que observan fielmente la norma se encuentran con grandes y onerosas dificultades para seguir adelante, por ejemplo. Argentina es uno de los países de Latinoamérica donde más complicado resulta seguir los dictados del Parlamento.

Ahora que estamos disfrutando de la Eurocopa, conviene recordar unas palabras que pronunció Diego Armando Maradona luego de marcar con "la mano de Dios" un gol a Inglaterra en el Mundial 86. "No creo que sea trampa, es astucia ­–respondió cuando le preguntaron por su gol ilegal–. Tal vez sea más abundante en Sudamérica que en Europa, pero no es trampa". Se trata de unas palabras que dicen mucho de cierta ética social penosa.





Argentina seguirá expuesta a corralitos y latrocinios varios, no podrá aspirar a ser lo que fue si no se libra de la corrupción y el estatismo y apuesta decididamente por el imperio de la ley y la protección la libertad y la propiedad de los individuos. Y es que, como dice Álvaro Vargas Llosa en el prólogo, "un Estado que se entromete lo menos posible en lo particular y gobierna desde una distancia neutral es mucho mejor aliado de la prosperidad que el Estado que hace lo contrario".

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